Arpilleras
Las arpilleras nacieron en la década de los setenta. "Sus obras nacieron de tiras de género. Ellas, cuyos corazones ardían en indignación, bordaban con manos tiernas lo que de sus muertos les quedaba: la camisa del marido, los pantalones que aún permanecían ahí después de su desaparición. Sumergiéndose en un mar de género espumoso y de sangre silenciosa.
A pesar de su fragilidad, las arpilleristas tiene la grandeza de contar su historia con retazos de género...
Su excepcional belleza radica en su capacidad de componer vencedores ejércitos con simples trozos de vestimenta, tirados como pedazos de ampolletas rotas, junto a un dedal sin brillo yo a una implacable aguja pinchada en el bolsillo de un tijereteado delantal...
Hacen revivir a los muertos, bordan agua, campanarios, escuelas, comedores, soles poderosos y hacen aparecer las montañas de la Cordillera de los Andes abiertas como puertas ante la calurosa ciudad"
Nacieron de la indignación y del dolor. No sabían dónde estaban sus maridos, y ellas, con las ropas que les dejaron, contaron la historia de un Chile que estaban viviendo. No construían la historia a base de recuerdos, de memoria... sino de lo vivido. Las arpilleras nacieron con el único fin de saber dónde estaban los fusilados y desaparecidos. Entre ellas no había competencia; las arpilleras no están firmadas, son anónimas; nacieron del dolor, de la desesperación, pero hechas con toda la dignidad. Dignificar el dolor. Hacer de sus angustias algo común. Con la platita que conseguían de ellas, daban de comer a sus hijos, sacaron a sus familias adelante trabanjando siempre en la clandestinidad y desde el silencio.
Besos para todos.
A pesar de su fragilidad, las arpilleristas tiene la grandeza de contar su historia con retazos de género...
Su excepcional belleza radica en su capacidad de componer vencedores ejércitos con simples trozos de vestimenta, tirados como pedazos de ampolletas rotas, junto a un dedal sin brillo yo a una implacable aguja pinchada en el bolsillo de un tijereteado delantal...
Hacen revivir a los muertos, bordan agua, campanarios, escuelas, comedores, soles poderosos y hacen aparecer las montañas de la Cordillera de los Andes abiertas como puertas ante la calurosa ciudad"
Nacieron de la indignación y del dolor. No sabían dónde estaban sus maridos, y ellas, con las ropas que les dejaron, contaron la historia de un Chile que estaban viviendo. No construían la historia a base de recuerdos, de memoria... sino de lo vivido. Las arpilleras nacieron con el único fin de saber dónde estaban los fusilados y desaparecidos. Entre ellas no había competencia; las arpilleras no están firmadas, son anónimas; nacieron del dolor, de la desesperación, pero hechas con toda la dignidad. Dignificar el dolor. Hacer de sus angustias algo común. Con la platita que conseguían de ellas, daban de comer a sus hijos, sacaron a sus familias adelante trabanjando siempre en la clandestinidad y desde el silencio.
Besos para todos.
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